Hay muchas formas de editar. Te ayudamos a encontrar la tuya.

© One and Three Chairs by Joseph Kosuth, 1965. Source: MoMA, New York
manifiesto
«Benditos los rollos de papiro;
benditas servilletas de los bares
que han guardado idénticos suspiros
desde el cantar de los cantares»
—JORGE DREXLER
Cada texto contiene una forma dormida. Nuestro trabajo es despertarla.
Benditos los chats de madrugada,
los apuntes subrayados en amarillo,
las notas de voz que luego nos dedicamos a transcribir.
Todo puede ser literatura si conseguimos insuflarle un latido.
Benditas sean las palabras cargadas de intención.
Benditas las que todavía no encontraron su forma.
Benditos sean los textos maltratados,
los que llegan sin título, sin cubierta,
sin prisa.
Sean benditas las lecturas a fuego lento,
los editores que auscultan el texto como quien revisa un corazón;
los proyectos que no siguen el camino más corto.
Benditas las palabras que no pesan, pero sostienen.
Alabados los que todavía escriben manifiestos.
Alabado sea el archivo final_final_def_versionOK.doc.
Porque allí donde hay caos existe una oportunidad para editar.
Feliz el que consulta la RAE antes de tuitear.
Feliz el que revisa cuatro veces un correo antes de atreverse a enviar.
Felices los que leen con el oído.
Felices los que leen con el tacto.
Con todo el cuerpo.
Cuando leemos en voz alta, escribimos sobre el aire.
Hay párrafos que necesitan espacio. Como algunas personas.
Leer bien es una forma de resistencia.
No vendemos libros. Los hacemos posibles.
No somos una editorial. Somos una casa de edición abierta a todos.
No somos dueños de los textos. Somos sus huéspedes temporales.
No nos gusta el ruido. Pero sabemos amplificar lo que vale la pena escuchar.
Reivindicamos la edición como una forma de afecto.
El acompañamiento como oficio.
La lengua es antigua; nuestra forma de mirar, no.